El pasado 11 de mayo entraron a vigor nuevos límites de velocidad en las ciudades, que la Dirección General de Tráfico ha querido adoptar con el fin de disminuir la siniestralidad de los usuarios de las vías urbanas.
Desde la semana pasada, en vías donde no hay diferencia de altura entre la calzada y la acera, la velocidad máxima permitida es de 20 km/h, mientras que en aquellas de un único carril por sentido se podrá circular a 30 km/h. Cuando haya dos o más carriles por sentido, la velocidad máxima será de 50 km/h.
Con el patrón anterior de movilidad, la velocidad media de los vehículos en vías urbanas era de unos 15 km/h. Con la reforma puesta en marcha recientemente, la DGT confía en que el tráfico sea más continuo, lo que mejorará la convivencia entre los usuarios de las vías urbanas de toda España, pero sobre todo, la seguridad de las calles.
Concretamente, la medida pretende reducir el número de accidentes que se producen en las ciudades y que en 2019 aumentó un 6% en vías urbanas.
No hay que olvidar que la distancia de frenado a 50 km/h es de 26 metros, mientras que aminorando la velocidad a 30 km/h, esta distancia se reduce a la mitad (13 metros), lo que rebaja el riesgo de accidente.
En 2019, 519 personas murieron en accidentes producidos en vías urbanas, de las que la mayor parte eran peatones (247) y motoristas (126).